Es una obra musical con una filosofía y un punto de vista muy concreto ante el mundo. «Aprovechar todo lo que podamos y utilizar nuestro ingenio para lo que necesitamos», es el punto de partida y la máxima común que sirve de nexo con el público.

Es todo esto que el show comienza de la nada, de una forma minimalista, al representarnos cómo las personas sin recursos pueden beneficiarse de su entorno para cualquier cosa, incluso para divertirse o hacer arte, como es el caso. Será la música, y más concretamente la percusión, la que sustente todo el hilo argumental quedando la conclusión o reflexión final a gusto de cada espectador, al carecer de texto o ideas explícitas que enmarquen la vital temática abordada en la función.

No se trata, esta vez, de interpretar al pie de la letra para sacar conclusiones o valoraciones, sino más bien se ha de escuchar, simplemente, los peculiares sonidos y ritmos que emiten objetos cotidianos que conviven con nosotros en el día a día. Estos enseres como cubos, palos, botellas, ruedas, balones... que, las veces parecerán hablarnos, reclaman el verdadero protagonismo constantemente en un show en el que los intérpretes con sus movimientos y coreografías nos muestran un planteamiento simple, que no sencillo, alejado de los valores impuestos en una sociedad que atiende únicamente al consumismo capitalista por defecto.
ReciclART puede verse, como un simple planteamiento común a numerosas corrientes actuales en diferentes campos sociales. Lo cierto, y lo importante es entender que, a veces, un planteamiento se presenta como la única solución a los problemas vitales.